domingo, 16 de agosto de 2009

10. Partió la lucha

La crisis económica acechaba Chile y el mundo, esto de alguna manera me ayudaba... todo estaba un poco más barato.
Quería contratar al mejor equipo que existiera. El que sería mi aliado en la producción, daba un paso al lado: Canal 13 contrataba a Sebastián Freund y ya no podría ayudarme en el día a día. Esto era realmente un problema, ya que además de director ahora tenía que producir... Por suerte Magdalena ya terminaba la universidad y podía trabajar full time conmigo.
Como sabía que la parte artística era clave, mi sueño era trabajar con un buen director de foto. Como todo director iniciándose en esto, el primer nombre que sale al tapete es el de IOAN LITTIN, autor de la fotografia de todas las películas de Wood y varias de su padre. Tenía que convencerlo y lo hice... después de eso las cosas fueron más fáciles, en la producción llegaba Bruno Betati y en la asistencia de dirección Waldo Salgado, ambos reconocidos en sus labores. Todo marchaba bien hasta que el 24 de diciembre, el que era mi productor de línea renunciaba. Se supone que a la vuelta de año nuevo y Pascua empezábamos el proceso de pre-producción más duro y yo no tenía productor. Creo que esa fue la peor Pascua de mi vida, pensé en cancelar el rodaje, pero un deseo interno no me lo permitió. Nuevamente era director&productor, algo que estaba evitando. El 26 de diciembre le rogué a Betati que volviera, pero su desición estaba tomada. El conflicto había sido muy simple... yo le había pedido que cambiara a su equipo de producción y él, leal a ellos, no quiso y se fue. Creo que igual esto fue lo mejor que me pudo pasar, en su mayoría Betati trabaja con gente de valdivia y eso para mi película no era bueno.
Apareció Carola Carter, una productora de bajo perfil con la que inmediatamente conectamos. Se dió cuenta que yo estaba medio achacado e inmediatamente prestó su casa para hacer una fiesta. Con ella, llegaron la Cota Aragay, Mane Garrido y Mario Ricci, tres guerreros de la producción.
Por mi lado negocié con Estefanía Larraín, dierctora de arte. Era bien parada, un poco cuica, pero con un gusto increíble y con una fuerza espectacular. Ella en dos minutos me impuso su equipo. Confié en ella y tuve éxito. A las dos semanas supe que Estefanía estaba embarazada, lo cual me asustó, pero ella nunca dejó que su embarazo se interpusiera.
Ya estaba todo caminando... creo que la semana entre la Pascua y Año Nuevo fue dura, pero positiva. El 5 de enero ya tenía a todos los jefes de equipo trabajando.

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